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Un estudio alerta de la necesidad de recuperar prácticas indígenas y locales para conservar los polinizadores

Abella polinitzant

Un estudio alerta de la necesidad de recuperar prácticas indígenas y locales para conservar los polinizadores

Hay que recuperar y aplicar las estrategias de diferentes comunidades locales y pueblos indígenas de todo el mundo para conservar y proteger los polinizadores, como abejas, mariposas, polillas, algunos pájaros y los murciélagos. Este es el grito de alerta que da el estudio "Biocultural approaches to Pollinator Conservation", que acaba de publicar la revista Nature Sustainability, y que firma Elisa Oteros-Rozas, investigadora Juan de la Cierva de la Cátedra de Agroecología y Sistemas Alimentarios de la UVic-UCC. El estudio ha sido elaborado conjuntamente por un extenso grupo de investigadores de universidades de Australia, Colombia, México, Indonesia, Estados Unidos, Brasil, Ghana, Pakistán, Gran Bretaña, Argentina, Kenia, Nueva Zelanda, Alemania y Francia.

Con esta visión plural, y a través de una aproximación biocultural, el trabajo expone numerosos conocimientos y prácticas indígenas y locales en relación a los polinizadores y la gestión del paisaje. Más en concreto, identifica siete prácticas y saberes de estas comunidades que favorecen la polinización: la construcción de infraestructuras en troncos de árboles, excrementos o barro para alojar colmenas; los mapas mentales y el conocimiento sobre el comportamiento animal; las relaciones entre las personas y los polinizadores, que conllevan reciprocidad, cuidado y respeto; los tabúes y tradiciones que protegen los hábitats, como la prohibición de talar árboles, nidos o colmenas; la manipulación de los recursos que usan los polinizadores, como la rotación de cultivos; el uso de indicadores biotemporales para gestionar estos animales y sus recursos; y la gestión del fuego para estimular los recursos que necesitan, tales como el aumento de las flores. Algunos ejemplos concretos de buenas prácticas serían los cafetales de Colombia, los bosques de Osun Sacred Grove que protegen los Yoruba de Nigeria, o los paisajes del agave de México, que producen bebidas y fibras desde hace cerca de 2.000 años.

El estudio también demuestra cómo todas estas estrategias juegan un papel esencial en la producción diversificada de alimentos y, más en concreto, en la preservación de la existencia y la función de estos animales. "Hay un vínculo muy estrecho entre diversidad biológica y diversidad cultural y, por tanto, hay que integrar saberes científicos, técnicos, locales e indígenas para la conservación de esta biodiversidad", explica Oteros-Rozas. La investigadora ejemplifica este vínculo con la "relación existente entre la presencia de polinizadores y numerosas funciones ecológicas de importancia vital para el funcionamiento correcto de los ecosistemas y para el bienestar humano".

El estudio entronca con un informe anterior que en 2016 publicó un equipo de científicos de todo el mundo, entre los cuales los autores de este artículo, que alertaba sobre la situación crítica de los polinizadores a nivel mundial, y sugería a gobiernos y autoridades ambientales una serie de recomendaciones destinadas a su conservación. Este informe lo impulsaba la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES por sus siglas en inglés) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La diversidad de los polinizadores a nivel local se está perdiendo, explica Oteros-Rozas, principalmente debido al avance de la agricultura industrial: "Utiliza grandes cantidades de pesticidas y tiende a privilegiar la producción de pocos cultivos en grandes parcelas de tierra". Según la investigadora, "de esta manera cada vez se ven más reducidas las áreas de vegetación silvestre donde los animales que transportan polen pueden reproducirse y encontrar alimento".

En el artículo publicado en Nature Sustainability los investigadores afirman que la incorporación de los conocimientos locales e indígenas en la toma de decisiones a diferentes escalas permite "garantizar la soberanía alimentaria de los pueblos, reducir la dependencia de las importaciones y garantizar el acceso de las comunidades a dietas variadas y saludables". También consideran clave recuperar y fortalecer los sistemas con manejo agroecológico que incorporan la diversidad biocultural, y cuestionan el modelo actual de producción agraria que ha acabado con el 80% de la biomasa mundial de insectos los últimos 30 años, según demuestra otro estudio reciente publicado en la misma revista.

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