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El CT BETA lidera una comunidad de 14 proyectos europeos para extender la economía verde en toda la región del Mediterráneo

Albert Palou, Mercè Boy-Roura y Sergio Ponsá

El CT BETA lidera una comunidad de 14 proyectos europeos para extender la economía verde en toda la región del Mediterráneo

Los países de la región mediterránea se enfrentan a retos como la disminución de los recursos naturales, el cambio climático, la escasez de agua, el crecimiento de los entornos urbanos y el aumento de los niveles de contaminación, como resultado de una actividad humana insostenible. Asimismo, cuando se definen las políticas ambientales europeas, no siempre se toman posturas con visión mediterránea. Este es el contexto a partir del cual se comenzó a gestar, hace tres años, la comunidad europea Green Growth, coordinada por el Centro Tecnológico BETA (Biodiversidad, Ecología y Tecnología y Gestión Ambiental y Alimentaria) de la Universidad de Vic - Universidad central de Cataluña (UVic-UCC) e impulsada por el programa Interreg MED.

Esta comunidad pone en común y crea sinergias entre 14 proyectos europeos que aglutinan, hasta ahora, 165 instituciones, entidades y empresas del arco mediterráneo que trabajan por un desarrollo sostenible de la región, desde ámbitos tan diversos como la industria alimentaria, las smart cities, la gestión de residuos o la obtención de financiación.

Una comunidad de proyectos de economía verde

El objetivo último de la creación de esta comunidad ha sido, en palabras de su coordinadora, la investigadora del CT BETA Mercè Boy-Roura, "dar forma a un proyecto paraguas que facilite a otros proyectos más concretos tener un impacto real y relevante en el territorio, ya sea transfiriendo modelos de negocio innovadores a empresas o influyendo en la definición de políticas ". Para Boy-Roura, "se trata de cosas que difícilmente podría conseguir cada proyecto de forma individual y aislada".

Durante sus primeros tres años, de noviembre de 2016 hasta octubre pasado, el proyecto ha recibido el nombre de Synggi (Synergies for Green Growth Initiatives). En este periodo se ha trabajado para dar forma y poner en marcha la comunidad, agrupando proyectos y actores que innovan en el ámbito de la economía verde, es decir, "aquella economía que mejora el bienestar humano y la equidad social, reduce los riesgos ambientales, es eficiente en el uso de los recursos y sigue un modelo que integra la dimensión social y la conservación de los ecosistemas", define Boy-Roura. Para la investigadora, ha sido clave culminar esta primera fase del proyecto "habiendo creado entre proyectos muy diversos un sentimiento de pertenencia al colectivo y una dinámica de trabajo basada en la cooperación que ha iniciado dinámicas muy poco frecuentes en este ámbito".

Con la UVic-UCC como socio principal, la comunidad consta de seis socios más: un consorcio italiano que agrupa la mayoría de universidades italianas en aspectos industriales y económicos (CUEIM), el Centro para la Energía, Medio Ambiente y Recursos (CENER21) de Bosnia-Herzegovina, las empresas Dynamic Vision de Grecia y Revolve Mediterráneo de Barcelona, la red francesa ANIMA Investment y la European Regions Research and Innovation Network (ERRIN) de Bélgica. Los 14 proyectos que integran la comunidad se traducen, en la práctica, en una red de hasta 165 entidades de todo tipo, entre administración pública, sector privado, ámbito académico y sociedad civil, tanto de la costa norte como de la costa sur del mediterráneo. En total, la comunidad involucra 13 países y cuenta con un presupuesto en torno a los 30 millones de euros. Por parte del CT BETA, también participan en ella su director, Sergio Pons, y el gestor y promotor del centro, Albert Palou.

Tres años más para influir en la toma de decisiones políticas

La segunda fase de la comunidad Green Growth comenzó en noviembre y se alargará hasta junio de 2022. Durante estos tres años, los socios coordinados por el CT BETA seguirán trabajando en cuatro grandes grupos de trabajo correspondientes a cuatro grandes bloques temáticos alineados con las políticas ambientales europeas: la eficiencia en el uso de los recursos naturales; la gestión verde e inteligente de los servicios públicos; la gestión y reducción de los residuos, y la competitividad y la innovación.

Para Mercè Boy-Roura, los próximos objetivos son claros. Por un lado, "trabajar juntos para que la región mediterránea haga una transición hacia un nuevo modelo económico sostenible, es decir, hacia un modelo de funcionamiento que priorice la reutilización, reparación, remanufacturación y reciclaje de materiales y productos frente al consumo de materias primas vírgenes ". Se trata de "hacer propuestas diversas en muchos ámbitos y de muchas maneras diferentes, pero siempre de forma coordinada y que responda a las necesidades de la región".

Por otra parte, el éxito de la comunidad Green Growth pasará también por "ser capaces de trasladar nuestros resultados a las administraciones públicas regionales y nacionales y el sector económico e industrial" y que todos ellos "las tengan en cuenta y las integren a la hora de legislar o tomar decisiones".

Incorporación en la agenda propia de la Unión por el Mediterráneo

Coincidiendo con el final de la primera fase y el inicio de la segunda, la Unión por el Mediterráneo (UFM) ha otorgado a la comunidad Green Growth su sello, un distintivo que se otorga a proyectos que los 43 países de esta organización intergubernamental consideran, de forma unánime, clave para el futuro del territorio. En el caso de Green Growht, el sello reconoce los resultados obtenidos por la comunidad y los incorpora a su propia agenda estratégica como referente. Asimismo, entiende que la iniciativa aporta beneficios concretos a los ciudadanos del arco mediterráneo y que contribuye a la integración de las diferentes regiones que forman parte de ella.

Para Mercè Boy-Roura, "formar parte de la agenda estratégica de la Unión por el Mediterráneo es muy relevante para la comunidad, porque quiere decir que los 43 países que la integran entienden la economía verde como algo prioritario en el Mediterráneo y, además, lo hacen tomando nuestros resultados como referencia". Según la investigadora, "hacer este paso nos ha llevado a un nivel de influencia que al inicio del proyecto no habríamos creído posible de alcanzar".

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